Funcionarios de la Reserva Federal consideran un nuevo tipo de programa de compra de bonos diseñado para calmar los temores de un futuro aumento de la inflación, en caso que decidan tomar nuevas medidas para impulsar la economía en los próximos meses.
Bajo este plan, la Fed imprimiría dinero para comprar bonos hipotecarios a largo plazo o bonos del Tesoro, pero ataría esos fondos en la práctica al tomarlo prestado por cortos períodos de tiempo a tasas bajas. La idea de tal estrategia sería aliviar las ansiedades de que la impresión de dinero alimente posteriormente la inflación, un temor ampliamente expresado por los críticos de los esfuerzos anteriores de la Fed.
Los funcionarios del banco central se reunirán la próxima semana y han señalado que es poco probable que lancen nuevos programas en esa reunión. Además, no es seguro que la Fed lance otro programa en el futuro. Si el crecimiento o la inflación ganan tracción, otro programa de compra de bonos no sería probable ya que la economía no necesitaría tal empujón y hacerlo podría darle impulso a la inflación. Pero si el crecimiento es decepcionante o la inflación se desacelera sustancialmente, los funcionarios de la Fed podrían decidirse a actuar.
La estrategia de la Fed para comprar bonos es muy importante para algunos inversionistas. Una impresión de dinero podría impulsar los precios de los commodities o las acciones o hacer caer al dólar, si genera la percepción entre los inversionistas de que la inflación está subiendo, indicó Michael Feroli, economista de J.P Morgan Chase. Sin embargo, si la Fed decide frenar las expectativas de inflación, el impacto en esos mercados podría ser mucho menor.
Los funcionarios de la Fed han usado diferentes tipos de programas de compras de bonos desde 2008. En cada caso, el objetivo ha sido el reducir las tasas de interés a largo plazo para alentar la inversión y el gasto por parte de los negocios y los hogares. En caso que decidan actuar de nuevo, están explorando tres caminos diferentes, según fuentes al tanto.
Primero, podrían usar el método que usaron agresivamente desde 2008 a 2011, en el que la Fed imprimió dinero y lo usó para comprar bonos del Tesoro y deuda hipotecaria. La Fed ya ha adquirido más de US$2,3 billones (millones de millones) en valores en varias rondas de compras usando esta estrategia, conocida como "relajamiento cuantitativo".
Otra alternativa sería regresar a un programa lanzado el año pasado en el que vendió valores del Tesoro a corto plazo y usó lo recaudado para comprar bonos a largo plazo. Este programa de US$400.000 millones, conocido como "Operación Twist", permite que la Fed compre bonos sin imprimir dinero.
El tercer camino sería el nuevo, la Fed podría imprimir dinero para comprar bonos a largo plazo, pero restringiría la forma en la que los inversionistas y los bancos podrían usar ese dinero al emplear nuevas herramientas de mercado que han diseñado para gestionar de mejor manera el dinero guardado en el sistema financiero. A esto se le conoce como un relajamiento cuantitativo "esterilizado".
El objetivo de la Fed bajo cualquiera de estos programas sería el reducir la cantidad de valores a largo plazo en manos de inversionistas y bancos. La Fed cree que reducir la cantidad de bonos a largo plazo en manos de los inversionistas reduce las tasas de interés a largo plazo, alienta la toma de riesgos y por lo tanto estimula los gastos y las inversiones.
Las diferencias entre las tres estrategias involucran la procedencia del dinero y su destino final. La Fed no ha imprimido dinero literalmente, pero ha consignado electrónicamente en las cuentas de bancos e inversionistas cuando compró sus bonos durante el relajamiento cuantitativo. La Fed ha inyectado más de US$1,6 billones en dinero nuevo al sistema financiero de esta manera y también ha reordenado las cantidades existentes como parte de sus esfuerzos de compra de bonos.
Muchos funcionarios de la Fed creen que las reservas que el banco ha acumulado como parte de esta creación de dinero no son una amenaza inflacionaria. Pero están conscientes de una percepción popular, que comparten algunos al interior del banco central, de que el dinero creado podría crear problemas inflacionarios en el futuro. Una estrategia que limite la cantidad de dinero nuevo que fluye al sistema, a través de otra operación twist o a través de una esterilización, podría ayudar a reducir esa percepción.
WSJ.
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