Los bancos en Europa comienzan a tomar en serio lo que hasta ahora parecía sólo una remota posibilidad: el abandono del euro por parte de Grecia.
Mientras el futuro de Grecia en la zona euro sigue en duda, bancos europeos y estadounidenses, que operan en Europa, están contemplando diferentes maneras de prepararse para una retirada griega. Están reforzando sus coberturas contra la exposición a Grecia y han pedido a abogados que revisen acuerdos de préstamos con compañías griegas.
Hasta ahora, las inquietudes griegas se han concentrado en la posibilidad de un impago soberano y las pérdidas que deberían asumir los bancos por sus carteras de bonos griegos. Sin embargo, cada vez más, la meta de los bancos es saber qué ocurriría con sus préstamos, muchos de los cuales están denominados en euros, si Grecia resucita su vieja moneda, la dracma.
Una cosa está clara: la salida de Grecia de la moneda única sería "muy, muy complicada" para los bancos del continente, dijo un banquero británico de alto rango.
Si bien es improbable, la probabilidad de que ocurra ha aumentado significativamente en los últimos días. El primer ministro de Grecia, George Papandreou, propuso esta semana un referendo nacional sobre el más reciente acuerdo de rescate financiero. Otros líderes europeos reconocieron por primera vez de manera pública la posibilidad de una salida griega. Incluso si se cancela el referendo griego, muchos expertos cuestionan si Grecia seguirá en la unión monetaria a largo plazo.
Los bancos encaran una serie de espinosos interrogantes sobre cómo ello afectaría el valor de sus préstamos minoristas y comerciales, así como de la deuda soberana y su exposición a otros países donde podrían propagarse inquietudes similares en materia de deuda, como España e Italia.
Es una tarea ardua. Los abogados están revisando contratos que rigen miles de préstamos individuales que han emitido a prestatarios griegos para saber qué ocurriría si Grecia vuelve a la dracma.
"Realmente es caso por caso", dijo Bob Penn, socio en Londres de la firma de abogados Allen & Overy LLP. "Es esta enorme tarea de revisar toda la documentación vinculada a Grecia". En una salida griega del euro estarían en juego muchas variables, aseguran banqueros y abogados que asesoran a los bancos en esta materia.
Algunos acuerdos de crédito tienen cláusulas específicas que estipulan qué ocurre si Grecia cambia de moneda. Otros establecen que el préstamo está denominado en la moneda nacional de Grecia, lo cual significa que automáticamente sería convertido a dracmas. Algunos banqueros también exploran si habría una diferencia en valor si préstamos denominados en euros se emitieran en Grecia o alguna otra parte de la zona euro, bajo diferentes leyes nacionales.
"Es muy difícil. No hay un manual de reglas simple que uno pueda sacar y usar", dijo Simon Gleeson, socio de la firma de abogados Clifford Chance LLP.
Si el país decide volver a la dracma, la situación con los acreedores de Grecia probablemente terminaría en manos del Parlamento griego, apuntan los abogados. Tendría que implementar leyes que estipulen exactamente lo que ocurre con obligaciones denominadas en euros de instituciones y particulares griegos. La previsión más probable, basada en instancias de cambios de monedas, es que los préstamos denominados en euros se convertirían a dracmas a una tasa de cambio predeterminada.
Ello podría lastrar a grandes prestamistas extranjeros con onerosas pérdidas, por cuanto una dracma de nuevo cuño probablemente perdería rápidamente el valor contra el euro y otras monedas.
Compañías extranjeras que operan en Grecia también están preocupadas sobre un repentino retorno a la dracma. Según un ejecutivo bancario europeo, los clientes corporativos habitualmente sacan sus ganancias de Grecia cada dos semanas. Hace unos meses, ese plazo se contrajo a cada semana, y ahora sacan dinero del país incluso cada día.
Los bancos no son los únicos en apresurarse a evaluar escenarios previamente inconcebibles. Un secretario del Tesoro británico, Mark Hoban, dijo el jueves al Parlamento que el Reino Unido está actualmente abocado a una planificación de contingencia para evaluar qué ocurriría si se divide la zona euro. El Tesoro advirtió posteriormente que no considera ello un resultado probable.
Wall Street Journal.