jueves, 10 de noviembre de 2011

El euro ahora está en las manos del Banco Central Europeo (BCE)



El Banco Central Europeo ya no puede continuar al margen.

Mientras los gobiernos se derrumban en Grecia e Italia y los líderes políticos continúan mostrando poca capacidad para intensificar los esfuerzos hacia una solución, el futuro del euro ahora está firmemente en las manos del banco central.

Si el BCE quiere salvar a la moneda única, ahora no tiene más opciones que renunciar a todo lo que se aferró hasta el momento y comenzar a imprimir billetes.

Para Mario Draghi, quien ha estado al mando del banco central por apenas una semana, esto será particularmente difícil.

Ya tuvo que iniciar su presidencia revirtiendo los incrementos de las tasas de interés implementados por su predecesor Jean-Claude Trichet, quien mantuvo la inclinación de una política monetaria altamente restrictiva.

Draghi había esperado preservar la reputación del BCE de defensor de la estabilidad de precios, mediante una actitud férrea hacia los políticos europeos, rechazando ir a un apoyo prematuro de sus mercados de bonos a menos que estos se comprometieran con los programas de recortes presupuestarios necesarios para reducir sus deudas.

Pero el primer intento del presidente del BCE de proporcionar un respaldo moderado al mercado de bonos italiano a comienzos de esta semana ya comenzó a confrontar problemas debido a la escalada de los rendimientos de los bonos italianos a niveles que obligarán al país a buscar un rescate para su deuda.

El hecho de que los políticos europeos no hayan sido capaces de acordar una expansión para el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, o FEEF, significa que aunque Italia recurra a los armarios de rescates, estos estarán casi vacíos.

Parte del problema de Draghi es que aunque el FEEF debería haber sido la entidad de respaldo para los bonos italianos, el BCE se ha visto obligado a tomar su puesto mientras aún se negocia una expansión del FEEF.

Dado a que su mandato es monetario más bien que fiscal, el BCE no ha estado muy interesado en asumir ese rol y eso explica el intento de Draghi de poner presión sobre los políticos para que completen sus negociaciones.

No obstante, todo esto ahora parece ser académico, en momentos en que los rendimientos italianos escalan, los inversionistas muestran poca confianza en que el país complete su agenda de recorte presupuestario, y cuando incluso el primer ministro Silvio Berlusconi ofreció renunciar una vez que las medidas sean aprobadas.

Draghi y otros miembros del directorio del BCE bien podrían ver que sus palabras de advertencia sobre un respaldo limitado para los mercados de bonos periféricos de la zona del euro se les volverán en contra.

Si no vuelven a echar a andar las imprentas e inyectan una liquidez apropiada en el sistema financiero europeo, no solo crecerá el riesgo de cesación de pagos sino que aumentará nuevamente la amenaza de contagio hacia todo el sistema financiero mundial.

Y en este punto, la culpa se dirigirá firmemente a las puertas del BCE, y hacia su nuevo presidente.

Dow Jones.

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