viernes, 24 de febrero de 2012

La petrobolsa y la petroeconomía


El excelente desempeño observado en la Bolsa de Valores de Colombia en lo corrido del año hasta la fecha, mostrando una valorización del 18,5% en ese periodo, debe moderarse por la extraordinaria valorización en ese mismo lapso de empresas como ECOPETROL, subiendo 18%, y PACIFIC RUBIALES, con una subida del 50%.

Si quitáramos el efecto de estas dos empresas sobre la canasta de índice general de acciones colombianas, la subida sería de apenas 2.7%, pues mientras ECOPETROL representa casi 20% de dicho índice, PACIFIC RUBIALES representa casi la cuarta parte del mismo. En conclusión, nuestra bolsa está petrolizada, al igual que nuestra economía, y decir que tenemos un boom accionario, generalizando tan particular y delimitada fiesta, es falso, al igual que extender la euforia petrolera y minera a otros sectores, so pena de incurrir en una peligrosa falacia que puede generar diagnósticos demasiado optimistas o esconder problemas estructurales por venir, como una peligrosa enfermedad holandesa que nos provoque guayabos como los vistos por la bonanza cafetera y marimbera de finales de los años ochenta, o la bonanza cocalera y petrolera de finales de los años noventa. Ojala la historia no se repita.

Algo de esta preocupación la está sintiendo nuestro Banco de la República que, de manera sensata, ha decidido subir nuevamente sus tasas de interés nuevamente, dejando claro que puede seguir haciéndolo en esa senda de restricción a la euforia crediticia observada en el sector hipotecario y de consumo. Si esta medida de enfriamiento no se complementa con una política fiscal más equilibrada, que busque cerrar el crónico déficit, no solo ordeñando totalmente a ECOPETROL dejándolo con casi nada de sus cuantiosas utilidades para reinvertir, nos estaremos acercando a una situación similar a épocas ya vividas.

La bonanza petrolera probablemente se aproveche mejor que antes, debido a la nueva Ley de Regalías que esparce sus beneficios por todo el territorio, pero si la euforia se desata en derroche y corrupción, el deja vu será inevitable. El mercado accionario en muchos casos es el reflejo de la economía en general, y las deformaciones observadas en el diagnóstico del primero, deben servirnos para no caer en falsos triunfalismos que pueden aguarse por la inevitable revaluación cambiaria y gasto basado en crédito sin ahorro.

El Espectador. Opinión. José Roberto Acosta.

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