Citando una serie de experimentos no controlados (oportunistas) y controlados (operaciones del cerebro), Andrew encontró que:
-Cuando se gana en una inversión, se activa el mismo circuito de recompensa que se activa cuando se consume cocaina. La asunción de riesgo en actividades que resultan de una serie de ganancias por suerte puede provocar un bucle de retroalimentación positiva potencialmente destructivo.
- Cuando se pierde en una inversión, se activan los mismos circuitos que se activan cuando sufrimos una agresión física, dejando de lado las funciones superiores del cerebro (la "racionalidad") a favor del procesamiento emocional. Así mismo, se eleva la frecuencia cardiaca, la presión arterial y el estado de alerta. Una vez activado, este circuito anula la mayoría de los otros componentes de toma de decisiones y es muy difícil de interrumpir.
-A pesar de su mala reputación, el procesamiento emocional moderado parece esencial para la toma de decisiones relacionadas con la relación riesgo-recompensa así como con el análisis de las ventajas y las desventajas de una inversión. Tanto demasiadas emociones como pocas emociones puede desencadenar un comportamiento "irracional".
-Preferencias económicas a menudo involucran interacciones complejas entre múltiples componentes del cerebro y por lo tanto no puede ser estable en el tiempo.
En resumen, la evidencia apoya la creencia de que el procesamiento humano de elementos financieros (complejos) emplea los circuitos del cerebro que evolucionaron en respuesta a un medio ambiente no financiero. Si bien las respuestas asociadas pueden ser extremas, el compromiso emocional moderado parece apoyar, en lugar de debilitar, la evaluación racional.
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C72.